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  ENCUENTRO DE PENTECOSTALES, Lima, Perú

 

Las Liturgias: "Ecumenismo del Espíritu", por Ofelia Ortega

 

En la preparación del programa para esta reunión, hubo que salir de la formalidad académica, casi siempre presente en las reuniones del CMI. El Encuentro comenzó con el compartir de testimonios de conversión, sanidad, etc. donde todos nos sentimos movidos por el Espíritu en liturgias que tocaban las fibras más íntimas de nuestro ser. Fue realmente una fiesta donde el Ecumenismo del Espíritu fue el factor principal de unidad y reconciliación.

Los testimonios de los participantes nos confrontaron con la realidad de pobreza y sufrimiento de América Latina. Representantes de Iglesias de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Perú, Uruguay, Venezuela, relataron sus experiencias en el compartir el sufrimiento de nuestros pueblos bajo la política económica neoliberal impuesta en el Continente. Se escucharon historias desgarradoras que no provenían de los libros de análisis económico sino de la vida y ministerio pastoral de cada uno de los presente.

Los testimonios en la liturgia mueven a los creyentes a salir de la "cultura del silencio" a que han sido sometidos por las leyes y normas de la sociedad que los marginan, así que pasan a ser sujetos históricos en un grupo donde se les devuelve el poder de la palabra, donde se recuperan elementos esenciales de su cultura, y donde el sacerdocio universal de los creyentes es practicado diariamente a través de la aceptación de la diversidad de los ministerios, de la articulación del discurso religioso y de la labor intensa de evangelización personal de cada creyente.  A través de las liturgias se creó en el encuentro un mundo de fraternidad donde recordamos a cada momento la frase del Obispo Pentecostal de Argentina Gabriel Vaccaro, recientemente fallecido: "nuestras comunidades pentecostales son carismáticas y sanadoras".  Es cierto que en las comunidades pentecostales se crea un mundo de fraternidad que acoge, ora, celebra, comparte y restaura ayudando al creyente a salir del ambiente individualista, competitivo casi salvaje del entorno social, para encontrar respuesta a la enfermedad, la muerte, el desempleo y la desintegración familiar.

Además, toda la liturgia se alimenta de esa música no profesional pero que brota del corazón y que influye en la adoración del creyente llenándole de un gozo y de una esperanza que transciende más allá de los límites del templo. (En Lima cantamos bien y mucho!  Esta encarnación del pentecostalismo en lo cotidiano y en las raíces socioculturales del pueblo, constituye un aporte significativo para la vida y misión de la Iglesia Latinoamericana.

Es evidente que los movimientos pentecostales tiene un énfasis muy marcado en el culto y los momentos de adoración.  Como afirma Carmelo Alvarez, estudioso del pentecostalismo "toda la vida comunitaria pentecostal es cúltica". El aspecto celebrativo y el carácter testimonial y participativo están entrelazados.  Hay también un fuerte elemento misional que se vive y experimenta en el culto, porque hay que ir a contar lo que ha acontecido y traer a otras personas para que disfruten el gozo de la salvación.

Hablar de pentecostalismo significa hablar del testimonio como expresión de la fe tal como se anuncia en las palabras de Elizabeth y María en el Evangelio de Lucas 1:43,49: "Qué maravilla que Dios me concede que la madre de mi Señor venga a mí" y "Me ha hecho Grandes Cosas el Poderoso, Santo es su nombre". 

La presencia de Elías Abramides, de la Iglesia Ortodoxa de Argentina y de pentecostales de América del Norte enriquecieron el diálogo.

Fue interesante ver como las oraciones compartidas por Elías Abramides fueron bien recibidas por el grupo como una dimensión espiritual que desconocían existe en una forma tan vívida y experiencial en las liturgias de la Iglesia Ortodoxa.  Las dos tradiciones se encontraron teniendo como mediación la oración y la presencia inefable del Espíritu.

Lo ecuménico en el pentecostalismo está permeado por ese "ecumenismo del Espíritu" donde el concepto de Unidad es reflejo fiel de la Unidad del Espíritu que involucra toda la creación de Dios, su mayordomía e integridad, y surge de la experiencia misma y auténtica del Espíritu Santo. Según Gamaliel Lugo, pentecostal venezolano, "el Espíritu Santo es el principio integrador que sopla, se mueve y da coherencia a toda la tarea evangelizadora, profética y sanadora de la Iglesia".

Los pentecostales latinoamericanos de las Iglesias que integran el movimiento de Unidad de CEPLA y que participan activamente en el Consejo Latino-Americano de Iglesias, afirman que el aporte principal del movimiento pentecostal es recordar que lo más ecuménico es el Espíritu. Así que ellos consideran que una tarea y un desafío para lograr la unidad pentecostal es ampliar los círculos de participación de las iglesias pentecostales en "el ecumenismo del Espíritu".

Para nosotros, los que venimos de las llamadas iglesias históricas o tradicionales debemos entender que este "ecumenismo del Espíritu" nos reclama que los pentecostales deben ser acogidos en el movimiento ecuménico como sujetos históricos, con sus propios temas de reflexión, con su simbología y expresiones litúrgicas comunitarias, con esa "vivencia" del Espíritu en la vida cotidiana que resulta tan extraña en nuestras iglesias tradicionales.

Afirmar que "los pentecostales no son ecuménicos" no nos ayuda a valorar la tremenda contribución que ellos pueden ofrecer al movimiento ecuménico.

La reunión convocada por el Consejo Mundial de Iglesias en Lima, Perú, terminó con una gran celebración en un local de las Asambleas de la Iglesia de Dios. El Obispo metodista brasileño Pablo Ayres tuvo el mensaje final y terminamos la reunión unidos en un gran círculo, experiencia que relata Donald W. Dayton, participante norteamericano del evento, con palabras llenas de emoción:

danzando en los espacios laterales del templo, abrazándonos los unos a los otros en un auténtico ecumenismo del Espíritu, recordamos al mismo tiempo el coro que cantamos en Choseca, Perú: -no puedo vivir sin ti, hermano, hermana, no puede vivir sin ti. Tú eres parte del Cuerpo de Cristo, no puedo vivir sin ti.  

 

 

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